El sabado 3 de diciembre se dio inicio a la semana de la anchoveta, actividad que tiene por objeto promocionar e incentivar el consumo de dicho recurso en el país.
La actividad debe su existencia a la iniciativa del Centro para la Sostenibilidad Ambiental (CSA) de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, y está impulsada por la dra. Patricia Majluf. Cuenta con el apoyo de Gastón Acurio quien dará a conocer recetas preparadas en anchoveta, así como con el apoyo de muchos restaurantes de Lima. También cuenta con el patrocinio de numerosos organismos nacionales e internacionales y algunos productores nacionales de anchoveta para consumo humano directo.
Mucha información debió haberse empezado a difundir a través de la lista Oannes desde el día jueves de la semana pasada, considerando la importancia que tiene Oannes como foro de Internet dedicado a temas del mar y la pesca.
Lamentablemente la empresa, que brinda el servicio de alojamiento a la lista Oannes la sacó de línea y hasta el día domingo no se repone el servicio.
Casualidad, coincidencia, un acto deliberado, no lo se.
Pero resulta curioso que se bloquee la posibilidad de difundir información referente al uso de la anchoveta para consumo humano directo en unas fechas coincidentes.
Es de esperar que esto obedezca a problemas técnicos y no a una intencionalidad de limitar la libertad de expresar opiniones, comentarios e informaciones sobre un tema que es particularmente espinoso.
Espinoso porque esta corriente nueva de empleo de la anchoveta amenaza al status actual del sector, existente desde tiempo atrás, que privilegia el empleo de la anchoveta para la producción de harina de pescado. Esto dentro de un esquema injusto para el país desde todo punto de vista: Genera bajos tributos por impuesto a la renta, paga muy poco por el derecho a extraer un recurso natural renovable, patrimonio de la Nación, genera un alto impacto sobre el ecosistema marino de Humboldt y causa un daño al ambiente en todas las bahías donde se concentra esta actividad, imponiendo una pésima calidad de vida a los habitantes de dichas zonas costeras.
Espinoso porque la voluntad política del partido de gobierno de introducir reformas en el sector que empiecen a diseñar una política diferente para la pesquería, no han tenido eco en la autoridad correspondiente. Hay incoherencia entre los planes ofrecidos al país y la agenda del sector. Hay divorcio de voluntades.
Este divorcio impone que la situación existente siga privilegiando a un sector de la pesquería en perjuicio de la Nación y de las poblaciones afectadas.
Si el divorcio se mantiene, deberá llegar un momento en el cual la sociedad civil organizada deberá plantear firmemente la defensa de sus intereses a una mejor calidad de vida, a una mejor alimentación y a una mejor participación en la renta generada por la industria de harina de pescado.
Si las coincidencias que limitan la libertad de expresión y de difusión se repiten, se deberá también pensar en un medio de difusión alterno que asegure este derecho a quienes sienten que tiene algo que decir al país en materia pesquera.
Marcos Kisner