Para ello no han dudado en manipular a algunos organismos sindicales de pescadores, quienes a pesar de sus apremios económicos, publican costosos comunicados respaldando extrañamente los postulados empresariales, olvidando su obligación de velar por los derechos de sus afiliados y los intereses del país. Se confirma pues, que lograr un equilibrio en las diversas actividades pesqueras, no será tarea fácil, más aún cuando los industriales pesqueros defienden otros dudosos beneficios, como el mantener durante años concesiones de importantes zonas de nuestro mar para la acuicultura sin haberlas explotado, o haber acaparado licencias para las pescas de Jurel y Caballa, sin contar con las embarcaciones de altura necesarias, justificando de tal modo su extracción con sus inadecuadas lanchas anchoveteras, que finalmente se destinan a fabricar más harina.
La necesidad de priorizar la alimentación popular, que no significa desdeñar otras actividades como la harinera, expone la cruda realidad de operadores especulativos, quienes ignoran las necesidades nutricionales de la población, falseando argumentos y agraviando a quienes discrepan de sus propósitos.
Hasta funcionarios que acompañaron a las actuales autoridades ministeriales durante los primeros tres meses de gestión, exponiendo gran mutismo, ahora expectorados de sus cargos, parecen haber recobrado la locuacidad y agallas para sumarse a la campaña de sus reales patrocinadores, pretendiendo inclusive dar consejos y lecciones que no aplicaron durante sus fracasadas gestiones.
Una anunciada auditoría técnica y científica en el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), han crispado los nervios de exdirectores y empresarios, quienes ostentaron irresponsabilidad al permitir extracciones excesivas, captura de anchovetas preñadas, las llamadas ventanas de penetración, etc., y que deben ser debidamente sancionados.
Sin ser un experto en el tema, el ministro Burneo ha aplicado la lógica de señalar como claro objetivo acercar los productos hidrobiológicos a las mesas populares; pero también debería evaluar la conveniencia de contar con asesores más funcionales y conocedores de la actividad práctica de la pesquería, a fin de captar las inquietudes de los verdaderos pescadores, quienes propician el engrandecimiento de la pesca, muchas veces sin las garantías necesarias, carentes de remuneraciones justas, y que frecuentemente pagan con su vida el coraje de ejercer una labor tan sacrificado como la pesquería.
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