La gestión pesquera

Se espera que, antes de entrar en propuestas promocionales de la pesquería se realice un estudio que permita determinar cuáles serían las especies objetivo, cuál el volumen de su biomasa, cuáles serían los períodos de vedas reproductivas, cuál sería el efecto ecosistémico de su explotación, para llegar a determinar una tasa anual de captura por especie. De esta información se deriva la capacidad de bodega que debería tener una flota con intención de incursionar en la actividad extractiva, la cuota anual de extracción, las cuotas individuales a asignar y los períodos de pesca. Solo entonces podríamos pretender introducir mayor esfuerzo pesquero sobre el ecosistema marino de Humboldt.

31 de marzo de 2012

LA DEBILIDAD DEL SISTEMA DE GESTION PESQUERO

La sobrepesca no constituye el único problema.

La degradación del entorno marino, y la interferencia con el ecosistema a través de la consciente o inconsciente utilización de los océanos como receptor de desechos, además de la destrucción del hábitat originadas por malas prácticas de extracción, son factores de creciente incidencia en términos de deterioro de la producción marina.

La industria pesquera atribuye a los recursos marinos, no solo el carácter de renovable, sino además, la cualidad de inagotable. Han elegido aceptar el mito, en obstinada ignorancia de los hechos.

El problema podría ser más profundo. Los modernos sistemas de administración pesquera, no han dado la suficiente importancia a las pautas de comportamiento que caracterizan al pescador según su contexto económico, social y cultural.

Las generalizaciones del problema, que pretenden simplificar una situación extremadamente compleja, tienden a opacarlo. Un ejemplo es el concepto de que la reducción de la flota, o de su capacidad de bodega es una solución. Si bien esto es cierto en parte, el problema presentado de esta manera se ve reducido a una cuestión de números y, por ende, susceptible de solucionar mediante formas sencillas de regulación. El término evade el hecho de la capacidad de captura que la tecnología moderna le confiere o puede conferir a las embarcaciones de hoy: El número de embarcaciones e incluso las formulas que combinan eslora, envergadura y potencia del motor para medir la reducción o incremento del esfuerzo pesquero son bastante relativas.

Este punto también simplifica, relega y/o evade las complejidades ecosistémicas y las asociadas con la dinámica de poblaciones, factores determinantes del tamaño y comportamiento de los stocks.

Al no tener en cuenta los impactos medioambientales y ecosistémicos así como los aspectos institucionales, los sistemas de gestión han buscado soluciones que tratan los síntomas del problema y no sus causas.

Existen debilidades en el modelo bio-económico que sirve de base a la administración de pesquerías. Primero, la teoría no toma en cuenta la tendencia hacia la inestabilidad que caracteriza al entorno marino; también simplifica en extremo el comportamiento de las diferentes poblaciones de peces e ignora las complejas interacciones entre las distintas especies, a través de su obstinada insistencia en utilizar referencias tomadas basándose en una sola especie. Por último, desconoce el impacto provocado por la compleja dinámica que conjuga la escasez del recurso, el desarrollo tecnológico y el comportamiento humano.

La industria pesquera enfrenta una crisis de administración.

La intervención de capitales industriales ha irrumpido en territorios tradicionales, transgredido regulaciones básicas y
sustituido el concepto de sustentabilidad colectiva por el de explotación competitiva.

La supervivencia de los recursos pesqueros fue afectada por los procesos de penetración de capitales, las inversiones en tecnología y la creación de mercados globales.

La coexistencia armónica entre la pequeña empresa artesanal y la gran operación industrial perduraría solo mientras los recursos marinos mantuvieran cierto nivel de abundancia y los mercados para las respectivas capturas presentaran diferencias marcadas.
Una pesquería sostenible solamente será posible cuando el país alcance el adecuado nivel de madurez cívica que le permita
entender y aceptar que se requiere colocar el interés nacional por encima de los intereses de parte.

El interés nacional requiere que se desechen los intereses económicos grupales y se privilegie la alimentación de la población nacional por encima de todo. Ello impone tener pesquerías sustentables, una adecuada preservación de los recursos pesqueros, del ecosistema y del medio ambiente, de tal forma que se garanticen alimentos baratos para toda la población del país en forma prioritaria.

La crisis mundial de alimentos y el índice de desnutrición de nuestro país, nos obligan a ser totalmente objetivos a fin de proteger los recursos hidrobiológicos que proporcionan alimentación. Estos recursos, además de representar una oportunidad importante para la alimentación, constituyen una reserva estratégica que en el mediano plazo pueden colocar al Perú en una posición ventajosa en términos de abastecedor mundial de alimentos.

La autoridad de pesqueria tiene la obligación de regular el esfuerzo pesquero en base a reportes científicos preparados por el ente científico oficial, el IMARPE. Las leyes y normas vigentes así lo imponen.

Hace algunos meses cuando la autoridad de Pesquería reclamó una auditoría internacional para el IMARPE a fin de validar sus métodos y procedimientos científicos, muchos miembros de la colectividad pesquera pusieron el grito en el cielo porque se estaba cuestionando la imagen de un ente científico con renombre internacional. No se quería la auditoría. Sin embargo cuando un informe del mimso ente afecta algunos bolsillos, se procede de inmediato a cuestionar la veracidad y calidad de sus informes, en este caso de la merluza.

Este solo hecho amerita insistir con dicha auditoría para poner en evidencia la veracidad y calidad de la información científica de la Institución Oficial del Perú en materia de investigación pesquera.

No se regula la pesquería bajo presión de grupos económicos, ni bajo insultos o amenazas de empresarios afectados en su bolsillo, ni bajo la amenaza de paros y bloqueos de carreteras.

Los empresarios pesqueros, nacionales y extranjeros, se someten a las leyes peruanas y están obligados a guardar respeto por la normatividad vigente y también a guardar la compostura en cualquier escenario, sobre todo en el Congreso de la República, donde hace poco un grupo de empresarios pertenecientes a la Sociedad Nacional de Industria faltaron el respeto a la viceministra de Pesquería y a la majestad de la comisión de Producción y Pymes del Congreso del Perú. Resulta intolerable aceptar que extranjeros, por más inversión que hayan realizado en el país, ofendan a la autoridad nacional y a la majestad del Parlamento.

¿Se permitiría una conducta de esta naturaleza en otro país, como Chile por ejemplo?

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