LA PERSPECTIVA ALIMENTARIA
SOBERANIA ALIMENTARIA
Estamos lejos de una noción de soberanía alimentaria. Dicha noción se entiende como el derecho de los pueblos a alimentarse en correspondencia con sus especificidades sociales, económicas, ambientales y culturales. Dentro de un concepto de perspectiva holística del sistema alimentario, donde el alimento sea disponible y autosuficiente. Es decir con posibilidades de su compra en mercados justos, con calidad y cantidad de alimentos sanos y libres de todo tipo de contaminaciones.
La soberanía alimentaria supone un cuidado sostenible de los recursos naturales.
La soberanía alimentaria será una realidad, el día en que el mundo se libere de los uniformes globalizadores del sistema. El día en que se adopten las medidas políticas para poder lograr una pesquería de manejo ecosistémico que permitan al país asegurar su soberanía alimentaria. Cuando los peruanos logren comer de acuerdo con su hambre, de una manera sana y en paz con la naturaleza; cuando los peruanos coman primero las proteínas que produce su propio mar antes que los mercados extranjeros; cuando los peruanos encuentren los mismos incentivos para vender alimentos al mercado nacional que al mercado externo. Cuando los peruanos entendamos que los recursos pesqueros no son inagotables y que no debemos orientarlos hacia producciones masivas para enviarlos al exterior mientras haya un solo niño peruano hambriento, solo ese día el país lograra ser justo y podrá entender el término soberanía alimentaria, que en su mejor concepción podría definirse como la capacidad de alimentarnos a nosotros mismos exportando nuestros excedentes y no la inversa.
El potencial pesquero que Perú posee por sus posibilidades de extracción del recurso anchoveta, lo coloca en una posición privilegiada dentro del contexto mundial.
El mar peruano todavía ofrece varias especies abundantes que son muy poco utilizadas por la industria o consumidas por el público. No son atractivas para su explotación porque es más cómodo vender anchoveta para la harina.
La administración pesquera tiene una tarea delicada para encontrar un equilibrio permanente entre las lógicas de alimentación nacional y las lógicas del mercado.
UNA CUESTIÓN DE CONCIENCIA
Exportar recursos naturales no renovables como los mineros y recursos renovables como los agrícolas tienen una connotación diferente a la exportación de recursos pesqueros.
La exportación de espárragos, alcachofas o mangos, por ejemplo, no es igual que la exportación de pescado.
La exportación de los primeros es útil para la economía del país en la medida que su consumo interno no es trascendente para la aliviar la desnutrición ni para asegurar la ingesta proteínica de nuestra población.
La exportación de los recursos hidrobiológicos sí tiene un efecto directo sobre los niveles de nutrición y alimentación básica de nuestra población en la medida en que, si bien es cierto son recursos renovables, su renovación está sujeta a serios riesgos. Uno de ellos es que la extracción de algunas especies perjudique la capacidad de renovación de las poblaciones que dependen de aquellas para su propia alimentación.
No parece ser la mejor opción arriesgar o comprometer nuestros recursos de alimentación en beneficio de otras poblaciones. Sin dejar de ser solidarios con poblaciones que requieren de mayor aporte de proteína, la obligación primaria del Estado es asegurar la alimentación de nuestra población y recién entonces exportar los excedentes.
Vivimos una época diferente provocada por el cambio climático y la crisis alimentaria. Nuestro mundo no es el de hace 10 años. Es necesario afrontar estos nuevos escenarios con criterios diferentes, con nuevas concepciones que vayan mas allá del libre mercado y de la globalización que, en materia alimentaria pareciera favorecer más a los demás países que al nuestro.
Un mundo nuevo ha empezado a comer y no hay para todos”, afirma José María Sumpsi, subdirector General de la FAO. Y explica que el tema se basa en una “asimetría” entre oferta y demanda: “No se esperaba que los países emergentes -China, India, Indonesia, Brasil- creciesen tanto, y se han expandido a un ritmo anual del 10%-12%. Eso ha producido una explosión de la demanda. No estábamos listos”.
El mercado no puede resolver el problema. Hay una imposibilidad para acceder a los alimentos por parte de amplias poblaciones que no pueden pagar los precios actuales. La solución no puede ser más libre comercio porque más libre comercio implica más hambre y menor acceso a los alimentos. El empresario privado optará siempre por vender sus productos con mayor valor agregado al mejor precio y al mejor postor. En esa lógica de pensamiento siempre encontrará en la exportación un mercado dispuesto a pagar caro por alimentos o materia prima para producir alimentos gourmet que satisfagan no necesariamente el hambre sino exigencias gastronómicas. El ciudadano pobre que solo requiere proteína barata tenderá a ser excluído de esa lógica de mercado.
Los alimentos serán, en el corto o mediano plazo, un recurso escaso que podría convertirlos en recursos estratégicos para negociar no solo mejores precios sino condiciones más favorables para el desarrollo del país.
La visión debiera ser la de utilizar nuestra producción de recursos hidrobiológicos prioritariamente para nosotros mismos, proteger su renovación y crecimiento aplicando enfoques ecosistémicos, y exportando solamente aquellos que excedan a nuestras necesidades.
La acuicultura y la maricultura se presentan como las mejores opciones, sino las únicas, para la exportación. No así la pesca de captura. Esta última siempre ofrecerá precios más accesibles a nuestra población por lo cual deben destinarse prioritariamente al mercado interno. Las primeras, por su alto costo de inversión y producción, serán siempre de mayores precios y por tanto inaccesibles para la mayoría de nuestra población. Por tanto son las únicas que merecen ser promocionadas como atractivas para posibles inversionistas.
La pesca de altura, para poder explotar en mejores condiciones la captura de jurel, deberá ser promovida. Esto solamente será posible con una flota congeladora que asegure una oferta permanente para la población nacional.
La pesca artesanal, la única que realmente abastece de productos hidrobiológicos el mercado nacional, solo podrá ser potenciada en la medida que se protejan las biomasas de peces costeros, los cuales tradicionalmente fueron capturados por los artesanales y quienes hoy cada día encuentran menos especies que extraer.
Con una oferta permanente de jurel procedente de la pesca de altura congelada a bordo, más una oferta regular y adecuada de especies provenientes de la pesca artesanal, corresponde estimular la creación de cadenas productivas y de comercialización que permitan el flujo regular y constante de productos hidrobiológicos hacia todo el interior del país, generando empleo y más y mejores posibilidades de alimentación.
“El Presidente de la República, Alan García Pérez, señaló que la posición de su gobierno es que el gas natural sea utilizado primero para el mercado y la producción interna, y dependerá de los futuros gobiernos si este recurso o sus derivados se venden a otros países, dejando en claro que no se venderán durante su gestión” (Del diario Expreso del domingo 8 de Junio 2008)
Si el gobierno asume, en el caso del gas, que es lógico y natural primero satisfacer la demanda interna y exportar tan solo los excedentes, ¿porque no asumir el mismo criterio en la exportación de alimentos hidrobiológicos?
La cada vez mayor escasez de especies de consumo tradicionales como el congrio, el mero, la corvina, etc., indican que hay menos peces. Por eso, salvo una que otra especie, el pescado es caro en un país que se dice "pesquero". Los pescadores artesanales cada vez tienen que adentrarse más en el mar para pescar algo con toda la secuela de problemas que ello les genera. Si dejásemos de capturar tanta anchoveta podríamos probablemente permitir que las biomasas del resto de especies predadoras de la anchoveta crezcan y se multipliquen.
En la reunión de la FAO en Roma, Jacques Diouf dijo que la demanda mundial de alimentos se duplicara de acá al 2030. Para ese entonces y conforme la crisis alimentaria se agudice, tendríamos mejores posibilidades de atender esa demanda a mejores precios y en mayores volúmenes. Una vez alimentados nosotros y asegurada nuestra propia alimentación podremos empezar a exportar.
Esto requiere de una visión de largo plazo y de una política de Estado. Y también tomar decisiones realistas sobre el escenario actual de la extracción de anchoveta, la industria de harina de pescado y su verdadera contribución para con el país.
La extracción de anchoveta tiene un impacto sobre las especies de la cadena trófica superior y sobre las aves que se alimentan de ella. Su captura desmedida no solamente puede poner en riesgo su propia sobrevivencia, sino que afecta al resto de especies que constituyen los recursos destinados al consumo humano directo. Estos últimos capturados principalmente por la flota artesanal.
La captura de volúmenes tan grandes de este pequeño pelágico está orientada casi en su totalidad para la producción de harina, que tiene como destino principal su empleo en acuicultura.
El sector pesquero peruano muestra, en conclusión, tres tendencias muy claras:
(a) se centra en la producción de harina de pescado para exportación, para lo cual se ha realizado en el tiempo, una importante inversión en capacidad instalada;
(b) minimiza el potencial de la pesca como proveedor de alimentos para su propia población;
(c) se orienta hacia el mercado de exportación, priorizando la necesidad alimentaria del habitante de otros países.
Estas características se mantienen constantes en el país.
En este escenario ¿se puede asegurar, a ciencia cierta, que se está reservando la suficiente cantidad de biomasa de anchoveta para la conservación de la especie y para el mantenimiento de la cadena trófica superior?
Lo que sí podemos asegurar, es que la mayor parte de la extracción se destina a la exportación.
Exportamos harina de pescado para alimentar peces cultivados en otros países, exportamos congelados a otros países para alimentar a otras poblaciones, y exportamos conservas a otros países para alimentar también a otras poblaciones.
Lo que no se puede exportar se destina al mercado nacional. Además, lo que no satisface los estándares de calidad de los mercados internacionales, se traslada al mercado nacional.
La pesca de consumo en estado fresco, por sus volúmenes y por cuestiones de mercado, se destina a la población nacional. Si tuviese demanda internacional con toda seguridad se exportaría.
EXPORTACION, DESARROLLO Y REGULACION
El último informe de la FAO sobre la pesca y la acuicultura (SOFIA 2006) dice:
“El examen general de la situación de las poblaciones y grupos de poblaciones sobre los que se dispone de información confirma que las proporciones de las poblaciones sobreexplotadas y agotadas se han mantenido inalteradas en los últimos años, tras el notable aumento observado en los decenios de 1970 y 1980. Se estima que, en 2005, lo mismo que en años anteriores, alrededor de la cuarta parte de los grupos de poblaciones que son objeto del seguimiento de la FAO se hallaban infraexplotados o moderadamente explotados (3 por ciento y 20 por ciento, respectivamente) y quizás podrían producir más. Alrededor de la mitad de las poblaciones (52 por ciento) se hallaban plenamente explotadas, por lo que producían capturas en sus límites máximos sostenibles o cerca de ellos, sin ninguna posibilidad de aumentar. La otra cuarta parte restante consistía en poblaciones sobreexplotadas, agotadas o en recuperación de una situación de agotamiento (17 por ciento, 7 por ciento y 1 por ciento, respectivamente) y que, por lo tanto, rendían menos de su potencial máximo debido a la excesiva presión de pesca ejercida en el pasado. A causa de ello, no había ninguna posibilidad de crecimiento a plazos medio y breve, mientras que existía un riesgo mayor de ulteriores descensos que implicaba la necesidad de recuperación”.
“Las áreas del Pacífico noroeste y sureste siguen figurando entre las más productivas. En cuanto a las tres áreas, en su mayor parte tropicales (océano Índico oeste y este, y Pacífico centro-oeste), para las que la FAO pronosticó hace diez años que habría todavía margen para el desarrollo de la pesca”. “La anchoveta peruana, cuya producción totalizó unos 10,7 millones de toneladas en 2004, es con mucho la primera de las diez especies marinas más capturadas”.
“La mayor parte de las poblaciones de las diez principales especies, que en total representan en volumen un 30 por ciento de la producción mundial de la pesca de captura, se hallan plenamente explotadas o sobreexplotadas, por lo que no cabe esperar que sus capturas aumenten de forma importante. En efecto, las dos principales poblaciones de anchoveta (Engraulis ringens) del Pacífico sureste se hallan plenamente explotadas y sobreexplotadas”.
http://www.fao.org/docrep/009/A0699s/A0699S04.htm#4.1.1
“El pescado y los productos pesqueros son el alimento con el que se realiza más comercio en el mundo. El 38 por ciento (equivalente de peso vivo) de la producción anual, que se estima en unos 140 millones de toneladas en 2004, va a parar al mercado internacional. Más de la mitad de este comercio, contabilizado según su valor, tiene su origen en países en desarrollo, en los que representa una importante fuente de ingresos en divisas, además de dar empleo a muchos millones de personas en el sector pesquero”.
(Nota: Sin embargo no se analiza el impacto de la extracción sobre el país exportador, la cual afecta a las posibilidades de alimentación nacional, privilegiando la alimentación del país importador).
“Los países desarrollados recibieron alrededor del 81 por ciento del valor total de las importaciones de pescado, que se estimaron en más de 75 000 millones de dólares EE.UU. en 2004. Alrededor del 74 por ciento (en valor) de estos productos fueron importados por la Unión Europea, Japón y los Estados Unidos de América, que dominan el mercado mundial, tanto en lo relativo a los precios como en los requisitos para acceder al mercado”.
“Aunque los suministros de pescado procedentes de la pesca de captura se han estancado con el paso de los años, la demanda de pescado y productos pesqueros ha continuado aumentando. El consumo ha aumentado a más del doble desde 1973, y la demanda creciente ha motivado de manera constante un aumento intenso de la producción de acuicultura, que se estima en 45 millones de toneladas en 2004, es decir un 32 por ciento de la producción mundial total de pescado, cuando en 1970 apenas era un 3,9 por ciento”.
“Como resultado de la globalización y la expansión del comercio internacional de alimentos, el sector de la alimentación ha experimentado una importante consolidación y concentración en los países industrializados. Esto ha llevado al surgimiento de un número inferior de empresas de alimentación poderosas, con una importante capacidad de negociación frente a otras partes situadas en eslabones anteriores o posteriores de la cadena de suministro. Aunque la venta al por mayor y las cadenas de restaurantes influyen de manera importante en la distribución del pescado en muchos países, el poder se ha desplazado hacia los detallistas como resultado del aumento de la consolidación de éstos, entre otras cosas en cadenas de supermercados, y del crecimiento de los bienes producidos con un etiquetado privado o del detallista. Este sistema de supermercados se está extendiendo rápidamente a los países en desarrollo de América Latina, Asia y África”.
http://www.fao.org/docrep/009/A0699s/A0699S07.htm
El potencial pesquero que Perú posee por sus posibilidades de extracción del recurso anchoveta, lo coloca en una posición privilegiada dentro del contexto mundial. Sin embargo, más allá del análisis económico se hace necesario una reflexión más profunda que vaya más allá de la aritmética de la economía global.
El mar peruano todavía ofrece varias especies abundantes que son muy poco utilizadas por la industria o consumidas por el público.
En el juego del mercado, del libre comercio y de los planes de negocio de cada empresa, cada cual es libre de destinar su inversión a donde crea más conveniente y adecuado para sus intereses financieros.
El Estado no interviene nada más que dando el marco regulatorio dirigido a cumplir metas de control biológico y de protección. Las medidas comúnmente aplicadas son: las vedas, las cuotas, limitaciones al tamaño mínimo, control de artes y sistemas de pesca, etc. El objetivo de este ordenamiento es la preservación de las especies más explotadas, restringiendo la presión sobre su biomasa en etapas críticas.
Todo el movimiento exportador genera ganancias, y se realiza dentro de las normas legales vigentes; pero se hace con un recurso natural que es patrimonio de la Nación y que debe ser regulado por el Estado para que alcance a todos sus propietarios, o sea todos los ciudadanos peruanos. Es por eso que existen los impuestos y los derechos de pesca.
El problema es que analizando las cifras de los últimos diez años, se aprecia que muy poco beneficio práctico y real ha sido trasladado a los habitantes del país, por lo menos en términos de alimentación.
Las condiciones de equilibrio económico se encuentran muy ligadas a las condiciones legales de quienes poseen acceso al recurso.
En situación de libre acceso el equilibrio se producirá cuando el ingreso por unidad de captura se iguala al costo promedio; esto es, cuando el ingreso total sea igual al costo total. ¿Qué significa esto? que los armadores y pescadores actuarán hasta que los ingresos sean iguales a su costo; o hasta que la renta de las pesquerías de sus stocks sea cero o se disipe.
Estas circunstancias permiten subrayar lo siguiente:
a) Cada armador y pescador posee como criterio básico y principal el hecho de que no tendrá en cuenta el resultado de sus decisiones sobre el bienestar de la sociedad;
b) No tiene en consideración el rendimiento del resto de los pescadores o armadores, ni el crecimiento o situación del stock;
c) El armador o pescador bajo libre acceso no tiene incentivos para considerar dichas cuestiones, ya que lo no capturado por él, será capturado por otro.
En consecuencia, cada armador, cada empresa pesquera, cada pescador, actuarán guiados por la maximización de su renta individual que le garantiza obtener un ingreso neto superior al que le correspondería en otras actividades alternativas.
En la medida que la industria pesquera peruana posee una capacidad de capturas muy superior a la tasa a la que los ecosistemas pueden reproducirse, significa que los recursos hidrobiológicos así como el capital no se están utilizando eficazmente.
De la misma forma, la globalización ha formalizado la desviación de la mayor parte de la producción pesquera de los mercados locales y nacionales hacia los mercados de exportación, lo que crea una triple preocupación:
a) Cómo se distribuyen los beneficios;
b) Como repercute y qué efectos genera sobre los recursos hidrobiológicos, debido a la intensa presión sobre los mismos.
c) Cómo afecta a la alimentación nacional el desvío de sus recursos alimentarios hacia el extranjero.
La rápida innovación tecnológica que permite e incentiva el incremento de las capturas debe obligar al Estado a limitar y a imponer controles y límites a la pesquería. La sobreinversión y la sobrecapitalización del sector pesquero no son una responsabilidad del Estado, sino del empresariado. Por tanto el éxito económico de esas inversiones no pueden constituir argumento alguno para ejercer mayor presión sobre las capturas.
De ahí la necesidad de regular y controlar el esfuerzo pesquero, dentro del marco de una Política de Estado que privilegie los intereses de la Nación antes que los extranjeros.
Es necesario llevar a cabo políticas de gestión adaptadas a los principios de precaución y de interés nacional.
En este escenario cabe preguntar si la capacidad de producción de hidrobiológicos del Perú permite incrementar su oferta exportable, que se verá presionada y favorecida por la firma de tratados de libre comercio.
Es evidente que en el caso de harina de pescado producida en base a anchoveta, no habrá posibilidad, (no debería haberla por lo menos) de incrementar las cuotas de captura, por lo cual no habría forma de incrementar estas exportaciones.
En el caso de recursos destinados al Consumo Humano Directo, a menos que se orienten capturas a nuevos recursos o recursos subexplotados, tampoco habría forma de producir un incremento de la oferta.
La única forma de incrementar la oferta exportable, sin afectar al ecosistema marino peruano, sería con productos provenientes de la acuicultura. Esto nos lleva a la hipótesis de que el sector pesquero peruano solamente puede ofrecer posibilidades de grandes inversiones en acuicultura, más no en mayor oferta de productos terminados para exportación procedentes de la pesca de captura.
Queda vigente la cuestión de si es éticamente aceptable exportar proteína a terceros países en circunstancias en las cuales hay una demanda nacional insatisfecha.
El sector pesquero se inscribe y se inserta en el proceso de la globalización, reflejado por la liberalización de los intercambios, de las inversiones y las dinámicas de especialización productiva. El escondido detrás de esto es la direccionalidad hacia la alimentación de otras poblaciones, utilizando al máximo recursos renovables hasta ponerlos en riesgo, mientras nuestra población tiene insuficiencias y carencias alimentarias.
LAS CUOTAS DE PESCA
La teoría y la evidencia muestra que cuando el recurso es de propiedad común no existe ningún incentivo para explotar el recurso en una forma racional, ya que al existir libre acceso a un recurso que es de todos − pero a la vez de nadie - , el pescador buscará apropiarse lo antes posible de él.
Por tanto, los grupos empresariales pesqueros están dando los pasos necesarios para posicionarse en una nueva lógica económica, dispuesta por los procesos de la privatización del mar.
No es extraño asistir a la implementación de “cuotas individuales de pesca” con el objeto de garantizarse el acceso exclusivo a los recursos pesqueros materia de ordenamiento.
Esta línea de acción ya está siendo experimentada en la pesquería de la merluza y de la anchoveta recientemente.
No será sorprendente contemplar la transferibilidad de las “cuotas de pesca”, bien de forma definitiva o bien de forma temporal, por parte de las empresas en función de sus respectivas estrategias.
La ordenación pesquera probablemente va a prestar mayor atención a la problemática de las cuotas de pesca.
Por tanto, tendrán que ser definidos con nitidez todos los detalles de tal forma que, puedan garantizar una estrategia pesquera que contemple los principios de precaución y prevención. Porque en el actual contexto de la globalización se produce una “des-territorialización” de la extracción pesquera, sobre todo en las pesquerías industriales y semi-industriales, cuyas tendencias son a la exportación
Aunque el Estado no ha renunciado a su capacidad de proteger sus recursos pesqueros frente a las estrategias de las empresas, apoyándose en la imposición de reglamentos de ordenamiento y de control, no es menos cierto también que falta mucho por hacer para proteger “nuestros territorios” en función de los intereses de sus pobladores.
Características, ventajas y problemas con respecto a la implementación de la CIP.
Características del sistema
Las empresas pesqueras están sujetas a cuotas por embarcación
Las cuotas son distribuidas de acuerdo con un porcentaje de la Cuota anual
Las cuotas no reemplazan otras medidas reguladoras o de manejo previamente fijadas
La cuota adjudicada a un beneficiario no debe exceder su capacidad de pesca
El acceso es restringido
Las cuotas no son transferibles
Se discrimina entre el porcentaje de la cuota individual respecto a la cantidad de la cuota total anual (puede variar anualmente)
Beneficios esperados
Mejora la rentabilidad y los beneficios de los adjudicatarios
Reduce el número de participantes, quedando los más competitivos.
Resulta más fácil el manejo.
Optimiza el capital. Se seleccionan aquellas empresas más productivas, reduciéndose el costo de la pesca, como resultado se logran mayores ingresos.
Lleva a que las empresas mejoren la manipulación y procesamiento del recurso para maximizar su valor, reduciéndose las pérdidas.
Mayor estabilidad para las tripulaciones de las empresas beneficiadas
Se presentan serios problemas (sectoriales), en los tramos iniciales de su adjudicación (como y a quien distribuir las cuotas).
Existe el peligro de favorecer a las empresas más grandes en detrimento de las mas chicas. Puede provocar excesiva concentración.
Problemas de desempleo. Al haber menos buques operando habrá menor tripulación. También puede crear desempleo aquellos casos de asociatividad, donde se beneficiaría al dueño del buque cedente pero no a su tripulación
No soluciona el problema de la pesca incidental y el descarte, incluso puede llegar a incentivarlo. Hay que tener en cuenta que el descarte es uno de los mayores problemas en las pesquerías, y la real magnitud de los mismos no siempre se conoce debidamente. De todos modos la CIP no implica necesariamente un aumento en los descartes en comparación con los sistemas tradicionales de administración
La implementación de la CIP puede llevar a la sustentabilidad económica (en el sentido de aumentar la renta pesquera), pero no garantiza la sustentabilidad ecológica, en el sentido de mantener las poblaciones a niveles razonables y dentro de un enfoque ecosistémico. Esta es una de las principales críticas hacia la CIP.
Aumenta los costos del control. Se necesita fiscalizar la captura de cada embarcación.
Hay posibles costos asociados con compensaciones a quienes queden desempleados.
No actúan sobre el establecimiento de un justo precio por el derecho a la extracción del recurso.
Cada vez mas la comunidad internacional esta prestando atención a las áreas marinas protegidas, al respecto, Pauly et al. (1998) han señalado que el manejo de las pesquerías deben enfatizar para las próximas décadas, su recuperación a través de mantener las cadenas tróficas funcionales en grandes áreas marinas protegidas.
Dentro de los objetivos planteados, el más problemático se refiere al empleo, por lo difícil de mantenerlo dentro de los niveles históricos. Ninguna de las medidas de manejo, tanto de manera individual o combinadas lograrán aumentar el empleo, por el contrario el mismo disminuirá, ya que disminuir el esfuerzo de pesca significa, como es obvio, disminuir la actividad. Frente a situaciones de mayor desempleo, solo queda aplicar medidas para paliarlo, y/o buscar sustitutos. Hecho por demás inevitable en la medida que los recursos pesqueros no aumentan en función al número de pescadores ni en función a la demanda.
LOS OBJETIVOS DEL MILENIO
“Aunque el país está, en líneas generales, enrumbado a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), tras los indicadores nacionales se esconden profundas desigualdades. Por ejemplo, los niveles de pobreza, la mortalidad infantil, la mortalidad materna y las tasas de desnutrición en la región andina son dos veces más altas que el promedio nacional. Lo mismo ocurre con los grupos indígenas que viven en la región amazónica, algunos de los cuales están aún en riesgo de extinción debido a enfermedades, desnutrición y degradación ambiental.
Lo que más amenaza los logros de los ODM en el Perú son: la exclusión social, las desigualdades étnicas, la violencia y el abuso hacia los niños y las mujeres, la desnutrición crónica, el VIH/SIDA y la vulnerabilidad ante las emergencias y los desastres naturales. Todo esto da cuenta de la fragilidad del proceso de desarrollo del Perú como país de ingreso medio.
El ODM 1 es erradicar la pobreza y el hambre: La desnutrición crónica aún es alta, con un promedio nacional de 24%, con tasas significativamente más altas en algunas áreas remotas, como el 53.2% en el área rural de Huancavelica. Sin embargo, experiencias impulsadas desde UNICEF con el apoyo del gobierno han logrado algunos progresos importantes en el crecimiento y el desarrollo de niños de menos de tres años en comunidades del Cusco, Cajamarca, Apurímac y Loreto. El nuevo gobierno adoptó como objetivo para los próximos cinco años reducir en cinco puntos porcentuales la tasa de desnutrición crónica.
El Presidente García encabezó dos reuniones estratégicas sobre la desnutrición crónica, que reunió a ministros y a las agencias internacionales. Recibió el Acta de Lima, un compromiso de los Directores regionales de PAHO/WHO, UNICEF y WFP.
Se organizó una reunión internacional conjunta sobre la Desnutrición Crónica. Los organizadores fueron: el Primer Ministro Jorge del Castillo, el Sistema de las NU y el Banco Mundial. Esta reunión ha sido instrumental en elevar la toma de conciencia y el compromiso político entre los presidentes regionales electos para alcanzar el objetivo nacional de reducir la desnutrición crónica en niños menores de cinco años en 5% durante los siguientes cinco años (de 24.1% a 19.1%)”.
http://www.unicef.org/peru/spanish/children.html
LA VOCACIÓN EXPORTADORA
Toda actividad comercial que afecte a la seguridad alimentaria cercena el derecho al alimento, uno de los derechos humanos más básicos.
La OMC y otros acuerdos internacionales que rigen de una forma u otra el comercio internacional de productos pesqueros pueden propiciar situaciones desfavorables para el interés de los países en desarrollo.
La vocación exportadora del sector, coherente con el modelo económico vigente, condena a la población peruana a disponer de una oferta de recursos hidrobiológicos insuficiente y de calidad discutible si la comparamos con la calidad del denominado “producto de exportación”.
Tan selectivo es el asunto que en las etiquetas se pone el término “calidad de exportación” como para reafirmar ante el país y el mundo entero, que en el Perú hay una clara selectividad: lo que se exporta es mejor que lo que se deja para el consumo interno.
Se mantiene un doble estándar de calidad, cuando la tendencia debiera ser a acuñar la frase Calidad Peruana, eliminando esa discriminación injusta y ofensiva.
Tan poca atención se presta al país, que existe un Ministerio de Comercio Exterior, pero no existe un Ministerio de Comercio Interior. Al sistema le preocupa más satisfacer las necesidades alimentarias de los países desarrollados que las necesidades de la propia población.
Aparentemente la tesis es que la seguridad alimentaria peruana no necesita (y por tanto no existe) una política pesquera, pues el mercado se hace o debería hacerse cargo de ella.
En ese orden de cosas, la exportación es más atractiva por los beneficios tributarios que se derivan de ella para los exportadores. El mercado interno carece de similares estímulos. Por tanto es posible hablar de subsidios a la exportación pesquera.
Si bien es cierto que la selección de mercados es una decisión empresarial, también es cierto que el Estado no debería ser ajeno al tema, ya que la alimentación popular es una obligación de la cual no puede evadirse. Por consiguiente, cuando se examinan las exportaciones pesqueras debe analizarse principalmente el modo en el que reducen la disponibilidad de pescado para el consumo nacional. Tanto en forma indirecta (a través de la reducción de la biomasa de las especies forraje como la anchoveta para producir harina), como en forma directa.
Es importante tomar en cuenta que aunque el Perú tiene una participación importante en la explotación de recursos pesqueros a nivel mundial, esta no aporta los beneficios que merece la población peruana.
Los objetivos a largo plazo debieran ser llegar a un total dominio de la tecnología que permita, de manera costeable, el cultivo de especies acuícolas para el aprovechamiento de las lagunas, y también las marinas para dejar de ser únicamente cazadores y llegar a manejar cultivos en escala oceánica. Es posible entonces que dispongamos de una oferta exportadora razonable.
La especie humana y su continuidad sobre este planeta, dependen de la naturaleza y no del modelo económico de desarrollo.
Los países desarrollados consumen la mayor parte de la producción mundial de alimentos, en especial los hidrobiológicos. Las personas que tienen más dinero para comprar más alimentos lo utilizan para el pago de productos cada más sofisticados en elaboración, envasado, y otras exquisiteces. Más allá de la necesidad básica de alimentación se satisfacen exigencias gastronómicas.
El hecho es que mientras esto ocurre en los países desarrollados, en el resto del mundo, en nuestro país, al mismo tiempo, una parte considerable de la población continúa con bajos niveles de consumo y de acceso a los alimentos, con la consecuente persistencia de niveles de desnutrición.
El hambre que azota a la sociedad peruana de menores ingresos poco o nada tiene que ver con la escasez de productos alimenticios, porque no tenemos escasez. Lo que tenemos es una inadecuada distribución de los recursos.
Es éticamente imposible negar esta realidad, menos aún ante una de las características más espeluznantes de la estructura pesquera nacional: la coexistencia del hambre con la exportación de nuestros productos alimenticios hidrobiológicos.
¿Es moralmente correcto usar nuestros recursos naturales que se destinan a la alimentación para atender necesidades de otros países, antes que privilegiar los requerimientos a veces dramáticos, de nuestra población, en especial la infantil?
¿Es ético llevar la extracción de nuestros recursos pesqueros a límites peligrosos para la sostenibilidad del ecosistema, para atender necesidades de alimentos para otros países mientras nuestra población sufre carencias poniendo en riesgo el futuro de nuestras generaciones venideras?
¿Se justifica la exportación porque trae divisas (que no son propiedad del Estado sino del exportador) mientras simultáneamente no se contribuye con tributos apropiados; no se prioriza la alimentación nacional y no se protege la fuente de alimentos marinos para las futuras generaciones de peruanos?
La captación de conocimiento y el desarrollo de habilidades empieza por una buena educación y entrenamiento. Ello implica una sociedad que prioriza la educación, el desarrollo del conocimiento. Ambos elementos requieren como elemento básico una niñez bien alimentada que pueda asimilar una buena educación. Sin alimentación apropiada, es poco probable que se pueda asimilar una buena educación. Por tanto, las nuevas generaciones estarán enfrentando futuros inciertos en desventaja frente a otras sociedades.
El libre mercado no permite la intervención del Estado en la economía, ni siquiera en la priorización del destino final de las ventas de alimentos. Ese es el modelo vigente. Cuando ese modelo se derrumbe comprenderemos que no haber privilegiado la alimentación de nuestra población para llegar a ser una sociedad con educación capaz de generar soluciones ingeniosas para la supervivencia habrá sido un error.
La desnutrición crónica es un indicador que tiene frenado al país y que mientras no se resuelva no permitirá el crecimiento nacional con equidad y sin exclusión.
Un modelo que no considera a su propia población como motivo y meta de sus acciones es cuestionable. Una sociedad que prefiere entregar sus recursos alimentarios a otras poblaciones basada en la ganancia económica del momento, es cuestionable.
Si rebuscamos en nuestra fiebre global de hoy tratando de encontrar una guía, una respuesta a la pregunta ¿Qué es lo mejor para la economía del país? La única que hallamos es: “exportar”.
En ese contexto, el producto alimenticio es más rentable cuando se exporta. La necesidad de otros países es una formula mágica que lo transforma todo en oro, una fórmula a recitar como garantía del éxito, aunque ésta represente la disminución de nuestras posibilidades como país.
Nos cegamos al entendimiento de que nuestra única posibilidad está en nuestras generaciones futuras, y ello lleva implícita la mejor alimentación posible. Generaciones bien alimentadas, bien educadas y bien entrenadas son nuestra única posibilidad y defensa contra la incertidumbre del futuro de la economía globalizada.
El modelo vigente se da el lujo de exportar sus recursos naturales alimentarios mientras posee un índice de desnutrición del 24% como promedio nacional.
Según el informe de UNICEF, para el año 2003, 490 mil niños menores de dos años padecen de desnutrición crónica en el Perú y un millón 100 mil más de la misma edad sufren de anemia por deficiencias de hierro en su alimentación. Pero nos jactamos del éxito económico que significan los volúmenes de proteína exportados tanto en forma de harina de pescado como de productos hidrobiológicos congelados y en conservas.
Se entiende por seguridad alimentaria al acceso material y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para todos los individuos de manera que los puedan utilizar adecuadamente para satisfacer sus necesidades alimenticias y llevar una vida sana, sin correr riesgos indebidos de perder dicho acceso. Esta definición comprende los aspectos de disponibilidad, inocuidad, utilización, acceso y estabilidad.
Los principales problemas de inseguridad alimentaria que presenta el Perú no se dan por el lado de la disponibilidad y estabilidad general en el suministro de alimentos, sino más bien por el lado del acceso, de manera específica por el lado de los niveles de ingreso, así como por la distribución y oferta adecuada de alimentos hidrobiológicos por parte de la población.
En este sentido, la seguridad alimentaria en el Perú está estrechamente vinculada a la distribución de sus recursos. Es debatible, desde este punto de vista, el modelo que sostiene y defiende la exportación de dichos recursos.
No es lo mismo exportar minerales o textiles que recursos naturales alimentarios (renovables solamente en la medida que se protegen debidamente), poniendo en riesgo la sostenibilidad de los mismos.
La Fundación Gates presentó en el Perú, y en otros siete países del mundo, un informe de The Lancet –una de las principales publicaciones médicas a nivel mundial– titulado “La serie sobre desnutrición materno infantil”. En este documento se advierte sobre los daños irreversibles que sufrirán los niños en su edad adulta si no son nutridos adecuadamente durante los dos primeros años de su vida. El Perú lamentablemente ocupa el primer lugar en cantidad de niños desnutridos, seguido de Bolivia, Ecuador y Guatemala. Además, la editora de The Lancet, Laura Caulfield, ha explicado que en los 880 distritos de nuestro país, 6 de cada 10 niños están en situación de desnutrición crónica infantil y en regiones como Huancavelica la cifra se aproxima al 87%, en Cajamarca al 70% y en Puno al 82%.
El informe de The Lancet coincide plenamente con otro documento “Protección Social y Desnutrición en el Perú” que fue presentado en nuestro país el 13 de diciembre 2007 pasado por el Banco Mundial (BM) y el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) en el sentido que la desnutrición debe ser combatida durante los primeros dos años de vida. En el caso del Perú el documento señala que uno de cada cuatro menores de cinco años está afectado por la desnutrición –alrededor de 750,000– y asimismo, que esta anomalía alcanza el 47% en las familias en situación de pobreza y extrema pobreza.
La desnutrición infantil crónica es un grave problema en el Perú. Uno de los factores básicos que la predisponen es la pobreza, pero también intervienen la falta de acceso a los servicios materno-infantiles así como de una adecuada alimentación de los niños, principalmente por deficiencia de hierro y de micro nutrientes como vitamina A, zinc y calcio. Esta situación origina que nuestros niños afectados –especialmente en las áreas rurales– presenten falta de talla y de peso mínimo por edad, y asimismo les genera daños irreversibles en su desarrollo físico, intelectual y emocional.
Son permanentes las advertencias de organismos internacionales sobre la dramática desnutrición infantil en nuestro país. A pesar de la existencia de muchos planes y programas de protección social, del incremento de recursos y de la ampliación de coberturas de salud, esta prevalencia se ha mantenido inalterable, principalmente por: 1) Falta de calidad de los planes y programas; 2) Carencia de una clara estructura de rendición de cuentas; 3) Deficiencia en el monitoreo de los resultados de asistencia y salud; 4) Diseño de programas no dirigidos principalmente a la atención de niños menores de dos años; 5) No se ha logrado un cambio de cultura que haga comprender e inculcar la importancia de la prevención y nutrición en la primera infancia; y 6) No se ha promovido el compromiso de toda la sociedad para luchar contra esta realidad.
El gobierno debería tomar las acciones necesarias para corregir estas deficiencias ya que la desnutrición infantil afecta irreversiblemente la salud de los niños que representan el futuro de nuestro país.
Es verdad que la lógica de la empresa es maximizar las ganancias y reducir costos. Es la ley del libre mercado, es un aspecto de la globalización. Sin embargo no podemos evadirnos del hecho de que la civilización actual está viviendo una etapa de alto desarrollo tecnológico y de crecimiento económico, en forma simultánea a un alto índice de hambre y miseria en una parte importante del planeta y a una descomposición y deterioro dramáticos del medio ambiente, así como a un cambio climático cuyos efectos pueden cambiar para siempre el paisaje humano y natural de la Tierra.
En ese orden de cosas, debemos buscar el punto de equilibrio, la media precisa para que las ganancias empresariales y las consecuencias positivas de la tecnología y la globalización no se consigan a costa del deterioro del planeta y de la miseria y el hambre de sus pueblos.
Por el momento seguimos creciendo en términos macroeconómicos….hasta que un nuevo modelo nos imponga una nueva realidad.
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