La gestión pesquera
Se espera que, antes de entrar en propuestas promocionales de la pesquería se realice un estudio que permita determinar cuáles serían las especies objetivo, cuál el volumen de su biomasa, cuáles serían los períodos de vedas reproductivas, cuál sería el efecto ecosistémico de su explotación, para llegar a determinar una tasa anual de captura por especie. De esta información se deriva la capacidad de bodega que debería tener una flota con intención de incursionar en la actividad extractiva, la cuota anual de extracción, las cuotas individuales a asignar y los períodos de pesca. Solo entonces podríamos pretender introducir mayor esfuerzo pesquero sobre el ecosistema marino de Humboldt.
21 de diciembre de 2012
¿Depredación o sustentabilidad del mar?
Nota de Pesca: este artículo que comenta algunos aspectos de la Ley
de Pesca recientemente aprobada en Chile, contiene algunos análisis que son
válidos para la pesquería peruana.
Los recursos del mar han
sido depredados por los actores del negocio. La baja en la cantidad de Jurel, Merluza, Congrio,
Anchoveta y/o Sardina común a disposición del mercado –“biomasa disponible”-
son la señal más tangible de que la “captura de los recursos hidrobiológicos”
ha sido regida por una práctica que no se ajusta a los patrones de
sustentabilidad que en su momento buscó la “ley corta” del 2012. Como es obvio,
esta nueva ley también tiene entre sus objetivos la tan ansiada
sustentabilidad.
A
mi entender, tres son los factores que explican la depredación de los recursos
del mar. En primer lugar, una política pública que entrega al mercado el uso y
abuso de los recursos naturales; en segundo lugar, la baja capacidad
fiscalizadora del Estado; y en tercer término, la baja conciencia “ambiental”
de los propios actores del mar –industriales y artesanales- que reconocen en
privado que muchas veces han sacado más de lo que les corresponde.
En definitiva, modelo de desarrollo –en el que el Estado tiene un rol
subsidiario- y acciones depredadoras de los actores del mercado pesquero
conspiran contra la sustentabilidad del recurso.
La nueva ley de pesca llega
a puertos en estos días. La discusión ha sido larga e intensa. Dos han sido los
objetivos generales de la normativa; sustentabilidad de los recursos pesqueros
y definición y distribución de las cuotas: En definitiva, cuánto se puede
capturar, quiénes pueden capturar, dónde se puede capturar y por cuánto tiempo
se podrá capturar. El Estado define las reglas del juego y se retira del
negocio; sólo se remite a fiscalizar, promover el negocio –desde la
subsidiaridad- y recibir su “parte de la torta” que –digámoslo- es muy menor en
relación al total de lo que genera el mercado pesquero.
La
depredación de los recursos hidrobiológicos comienza con el modelo neoliberal
que genera una relación perversa con la naturaleza, el medio ambiente y la
biodiversidad. En efecto, el modelo de desarrollo se basa en la alienación del
hombre respecto de la naturaleza y en la dominación sobre ésta.
El elemento que hace posible este tipo de relación es la ideología del
crecimiento ilimitado como condición para el desarrollo y el bienestar. En este
contexto, sólo vale crecer y expandir el valor económico de las economías
nacionales. Cuando no hay crecimiento se habla de crisis. Por tanto, hay que
crecer y crecer. La producción, por tanto, no se puede detener. No puede haber
olor a crisis. Los recursos naturales son elementos básicos para la producción
capitalista. Por tanto, la presión que se hace sobre ellos tampoco se puede
reducir ni eliminar. La consecuencia directa es una forma de explotación no
sustentable de la naturaleza y sus recursos.
En
ese contexto los recursos del mar son uno de los sectores en los que se observa
la explotación no sustentable del recurso; sobre todo, desde
mediados de los setenta con la liberalización económica y la modernización de
la actividad pesquera. De este modo, se extrae más cantidad de lo que la
capacidad biológica de cada recurso tiene para ofrecer durante un determinado
período. Una de las señales que muestran este fenómeno son las caídas anuales
que se observan en la cantidad de los recursos capturados. Ellas pueden ser de
corto plazo, de un año a otro; o de tendencia cuando la baja es sostenida a lo
largo de varios años.
Para entender este problema
hay que analizar las estadísticas de captura en términos de tendencias. De ese
modo, veremos cómo cada cierto tiempo las capturas disminuyen –bajan- con
respecto a una fecha determinada. Por ejemplo, ocurrió cuando las capturas
globales bajaron de 6,3 a 3,8 millones de toneladas entre el ’97 y el ‘98; o
cuando bajaron de los 6 a los 3,7 millones de toneladas entre el 2004 y 2010; o
cuando observamos la baja de 8 millones de toneladas en el ’94 a los 4,4 del
año pasado. Se espera para el 2012 una captura global inferior a los tres
millones de toneladas. Sin duda, el ritmo de la captura ha aumentado de manera
intensa y acelerada. Al mismo tiempo, el agotamientos de los recursos ha de
manifestarse con similar intensidad.
Al analizar las cifras en
el mediano y largo plazo vemos cómo los recursos del mar han sido sometidos a
una fuerte sobre explotación. En los cuarenta se capturaba en torno a las 60
mil toneladas anuales; a mediados de los noventa se llegó al peack de 8
millones de toneladas; en el 2009 se llegaba a 4,5 millones de toneladas y en
el 2010 a 3,7 millones de toneladas. En 70 años –entre 1941 y el 2009- la
expansión de las capturas no sólo ha sido gigantesca, sino también se ha
ejercido una gran violencia sobre el
recurso pesquero. Sin embargo, la brutalidad ha surgido de mediados de los
setenta e intensificado desde los noventa. Las cifras muestran cómo ha operado
la depredación del recurso.
El fuerte aumento de las
capturas pesqueras comienza en los sesenta e intensifica desde mediados de los
setenta con la implementación de la revolución neoliberal. Desde esa fecha
hasta los noventa las capturas aumentan de manera significativa en el contexto
de la modernización, industrialización y liberalización del mar. Luego, desde
el noventa y durante los gobiernos de la Concertación democrática hay una
tendencia a la profundización de lo que venía ocurriendo en el mediano plazo
desde mediados de los setenta y en el largo plazo desde principios de los
sesenta. La depredación de los recursos del mar es un proceso largo que
encuentra raíces en los sesenta. Por ello, se plantea la hipótesis de que la
ley de pesca y acuicultura de 1989 no genera las condiciones institucionales
para la sobre explotación del mar; al contrario, ella institucionaliza un
proceso que venía manifestándose desde hace varias décadas.
En el largo plazo
observamos que en las décadas del ’40, del 50’ y del 60’ se capturaron recursos
por 407 mil toneladas, 1,6 millones y nueve millones de toneladas
respectivamente. En efecto, durante esos 30 años –entre 1940 y 1969- la captura
de los recursos del mar llegó a 11 millones de toneladas. Hoy, esa cifra se
hace en tres años. Es más, en 20 años –entre 1940 y 1959- las capturas sólo
llegan a dos millones de toneladas.
En esas tres décadas se
observa una tendencia a la expansión de las capturas totales. No obstante,
nunca hubo crisis de “stock del recurso”. En esa época el recurso nunca fue
escaso. Las bajas eran casi inexistentes y de bajo impacto. El alza muestra que
desde 1940 la expansión de las capturas es sostenida sin las habituales bajas
de hoy. En efecto, 1945 las capturas llegaban a las 60 mil toneladas; en 1950 a
las 87 mil, en el ’55 a las 214 mil toneladas y en el sesenta a las 339 mil
toneladas. La expansión sigue en los años siguientes. Así, en 1964 se llega a
una cifra record de 1,1 millones de toneladas.
Entre 1941 y 1964 las
captura pesquera llegó a 5,4 millones de toneladas; es decir, desde el noventa
la captura de 24 años se hace en un año. Si eso no es sobre explotación, ¿qué
es?
Desde mediados de los
sesenta se consolida y profundiza el alza en las capturas. Entre esa fecha y
1973 se llega a una pesca de 10 millones de toneladas; el doble, de lo que se
captura entre 1941 y 1964 –en 23 años-.
Entre 1941 y 1973 las capturas llegaron a 15 millones de toneladas. Esa cifra,
en la actualidad se obtenía en tres años de pesca hasta el 2008. Si eso no es
sobre explotación, ¿qué es?
Desde mediados de los
setenta el asunto nuevamente muestra un alza sostenida y profunda. De hecho,
entre 1974 y 1979 (en seis años) se logró una captura de 9,2 millones de
toneladas. Entre 1979 y 1989 se llega a una pesca en torno a 40 millones de
toneladas. Durante la fase del pinochetismo se capturaron 50 millones de
toneladas de recursos del mar.
En el largo plazo se
observa que entre 1941 y 1989 se capturaron en torno a 65 millones de toneladas
en recursos pesqueros.
Durante los gobierno de la
Concertación entre 1990 y 2009 las capturas global llegó a una pesca de
114.000.000 de toneladas. 63 millones de ese total, es decir, el 56% se capturó
en la fase Aylwin-Frei. El año peack fue en 1994 con ocho millones de
toneladas; en los siguientes años 1995 y 1996 se llegó a una captura promedio
de 7,5 millones de toneladas. Los años dorados de la pesquería nacional. Desde
entonces, comienza una sostenida baja en las capturas –como tendencia- para
llegar a los 3,7 millones del 2010 –similar a la crisis del ’98-. Es una década
de bajas sostenidas que explica y da cuenta del proceso de sobre explotación
pesquera.
Podemos
afirmar, por tanto, que la actual crisis de la pesca manifestada en la
tendencia sostenida a la baja en las capturas pesqueras particulares –jurel,
merluza, etc.- se explica, fundamentalmente, por la sobre explotación de los
recursos del mar a corto, mediano y largo plazo.
Entre 1941 y el 2010 se
capturaron 182,5 millones de toneladas en recursos del mar. De ese total, el
91,6% se generó desde mediados de los setenta y el 2010. Durante los gobiernos
de la Concertación democrática no sólo se capturó el 70 por ciento de ese
total, sino también se capturó el 64 por ciento de todo lo capturado en el país
en los últimos setenta años.
La expansión y
modernización del sector se manifestó desde mediados de los setenta en el
aumento de la pesca para producir harina y aceite de pescado, en la expansión
de los productos congelados, en el desarrollo de la acuicultura y en el aumento
de las exportaciones. La presión que ese modelo ejerce sobre los recursos del
mar estimula y genera un desarrollo no sustentable del sector.
La “ley corta” del 2002 es
consecuencia de la crisis de fines de los noventa. Luego de 10 años de
aplicación uno de sus objetivos ha fracasado de manera rotunda: la
sustentabilidad. Finalmente, la “ley larga” del 2012 es consecuencia de la confluencia
de una crisis de corto y largo plazo. La legislación pesquera que comenzará a
regir desde enero –en dos semanas más- ha centrado la discusión en las cuotas,
sus usos y su distribución; y ha olvidado, la sustentabilidad.
Una pregunta final: ¿es compatible la sustentabilidad de los
recursos naturales en general y los pesqueros en particular en el contexto de
un modelo de desarrollo centrado en el mercado y en el crecimiento ilimitado de
la economía? Si la respuesta es positiva, hay esperanza.
Al contrario, si es negativa, el futuro es incierto.
Por González Llaguno
Fuente:
http://www.elciudadano.cl/2012/12/20/61664/depredacion-o-sustentabilidad-del-mar/
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