El concepto de desarrollo sustentable, busca armonizar el crecimiento económico con el medio ambiente. La sustentabilidad significa la utilización de no más del incremento anual de los recursos, con lo que se evita reducir el stock físico. También se define el desarrollo sustentable como la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad que tendrán las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. Específicamente, se considera que el desarrollo sustentable implica límites tomados desde un enfoque ecosistémico.
Esta concepción de desarrollo sustentable supone la intervención del Estado, ya que el mercado no es capaz de proteger la calidad del medio ambiente ni la conservación del ecosistema, en contraposición a la postura que señala que el mercado se debe mantener y que la intervención estatal debe ser limitada.
Los recursos renovables se deben utilizar de tal forma que la tasa de explotación no sea mayor que la tasa natural de regeneración.
También se debe advertir que los recursos naturales y la capacidad de asimilación del medio ambiente, son tan importantes que si no existieran, no se podría hablar de desarrollo sustentable por mucho tiempo. Por lo tanto, si queremos lograr un desarrollo sustentable no se deben disminuir los recursos renovables y la capacidad de asimilación del medio ambiente.
El conocimiento que tenemos del medio ambiente y del ecosistema marino de Humboldt es precario. Por ello, existe incertidumbre respecto del rol que tiene en el soporte y sostenimiento de un sistema productivo monoespecífico como el basado en la producción de harina en base a la anchoveta. Si existiera la suficiente claridad científica respecto de cómo funciona el ecosistema, la tasa anual de captura sería fijada razonablemente para no perjudicar a las especies predadoras de la anchoveta. Sin embargo, la realidad no es así.
Cada vez que se toma una decisión respecto del manejo o explotación de un recurso, se ha tomado una decisión que afecta el medio ambiente en forma irreversible, ya que tal vez podemos sustituir las especies explotadas, pero no somos capaces de restituir el ecosistema que existía. La desaparición de la sardina es un ejemplo de ello.
Cuando se está frente a proyectos económicos como la producción de harina de pescado, que tienen consecuencias irreversibles, la investigación y la opinión científica constituyen elementos imprescindibles. La decisión de no invertir o de reducir la inversión se puede ejecutar, dejando libre la posibilidad de invertir en otro negocio. Lo aconsejable es el criterio prudencial cuando se busca el desarrollo sustentable de una pesquería.
La alta dependencia de la anchoveta como materia prima para su reducción en harina, lleva a que el sector se vea muy afectado por las condiciones adversas que afectan tanto al recurso como a la economía internacional, teniendo muy poca capacidad de respuesta pues además es una pesquería monoespecífica. Si buscamos alcanzar un desarrollo sustentable se debiera mantener un stock de capital natural mayor, lo que permite una mayor resistencia a los shocks, como un fenómeno El Niño.
Las futuras generaciones también tienen el derecho de disfrutar y utilizar el stock de peces disponible en la actualidad. Esta consideración de equidad intergeneracional nos conduce a la necesidad de mantener el stock de recursos para lograr la justicia entre diferentes generaciones.
Los gastos de “protección” y de “reparación” del medio ambiente no están siendo tratados satisfactoriamente Los gastos de “protección” o “reparación” del medio ambiente se refieren a todos aquellos gastos en que incurren tanto el Estado y la población, así como las empresas, para paliar los efectos negativos provocados por la contaminación del medio ambiente y la destrucción de los recursos naturales. Estos gastos de protección corresponden a un costo intermedio del proceso productivo, ya que son gastos necesarios para recuperar la capacidad del medio ambiente y del ecosistema como soporte de la vida. Hasta el momento no se repara totalmente los efectos contaminantes sobre el medio ambiente producidos en las bahías donde se produce harina de pescado. Ni tampoco los producidos por la flota pesquera que arroja todos sus residuos oleosos y aguas sucias al mar, ignorando las disposiciones contenidas en el Marpol.
En el actual sistema de información y contabilidad nacional, no se mide la contaminación ni el impacto sobre el ecosistema. Las demandas para desarrollar actividades de descontaminación y recuperación de poblaciones no se miden. El PBI no permite visualizar adecuadamente las dificultades y complicaciones que presentan la contaminación medioambiental y el agotamiento de los recursos naturales sobre los niveles de bienestar de los pobladores del país. No se considera la degradación del medio ambiente.
La sobreexplotación de los recursos renovables, incluido el medio ambiente, y la cantidad de residuos generados por la actividad económica por sobre la capacidad de asimilación del medio ambiente, afectan la posibilidad de un crecimiento sustentable en el tiempo.
El actual sistema de medición del PBI no toma en cuenta los efectos negativos que tiene la degradación del ambiente en las posibilidades de crecimiento futuro. Por lo tanto, si buscamos corregir esta limitación, se deben cuantificar las externalidades negativas generadas por las actividades económicas contaminantes, lo que lleva a ajustar hacia abajo el PBI en el futuro. La solución podría ser contabilizar la degradación del ambiente como una depreciación del capital fijo o una disminución del stock, lo que nos lleva al problema de cómo lograr una adecuada valoración monetaria de estos efectos, ya que es bastante difícil determinar con exactitud la importancia económica de todas las interrelaciones de las funciones que desempeña el ambiente.
Los indicadores macroeconómicos actuales no facilitan una política de optimización en el uso de los recursos naturales La información y los indicadores que se derivan de la contabilidad nacional, permiten un adecuado registro del desempeño económico del país, pero no dicen nada respecto a los criterios de máxima renta económica y de uso óptimo y eficiente del stock de capital natural. Por lo tanto, no permite orientar la política macroeconómica hacia el objetivo de asignar óptima y eficientemente los recursos pesqueros.
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